¡¡¡¡ QUIÉN FUERA RICO !!!!.................

Quiero indagar en el dinero que acarrea cualquier cosa relacionada con el mundo del automovilismo. Empezando por el merchandising de marcas como Ferrari, que por llevar el logotipo ya implica un extra ( y no tiene que ser de mejor calidad que algo de marca menos conocida ) y terminando por las increíbles cifras que alcanzan algunos coches de colección que se venden en subastas.

Por estos motivos he escrito una trilogía llamada " coches para ricos" a la cual se sumará otro artículo parecido ya que este tema tiene molla.

A continuación pongo el primero:

COCHES PARA RICOS 1

La economía no está precisamente como para ir comprando coches caros, de hecho, la cifra de ventas de vehículos nuevos ha caído drásticamente. Lo que más se demanda son coches de ocasión o de segunda mano de bajo consumo. La edad de los superdeportivos no ha finalizado, lejos de esto, se encuentra en plena expansión ya que cada vez son más eficientes y respetuosos con el medio ambiente (a su manera ). Un ejemplo es el Porsche 918, que rinde más de 700 CV gracias, en parte, a unas baterías que le proporcionan una potencia extra, consiguiendo, a su vez, un asombroso consumo medio de alrededor de los tres litros a los 100 kms ¡increíble!. Parece que tener un supercar en el garaje no sale tan caro, pero eso no es del todo cierto. Con precios que rondan el millón de euros en algunos modelos como el Pagani Huayra o el Bugatti Veyron se hace impensable poder mantenerlos.

Si has tenido suerte de ser un jeque árabe, poseer una gran compañía, ser hijo de famoso o que te haya tocado la lotería; entonces sí te lo puedes permitir. Pero comprar el coche no es suficiente, y tampoco fácil. Muchos de los coches a los que me refiero salen en versiones limitadas y a veces hay que correr y solicitar una reserva con mucha antelación, a veces años. Se traen bajo pedido expreso desde la fábrica (en algunos casos te ofrecen desplazarte a recogerlo). Algunas marcas son muy exigentes e imponen condiciones como fue el caso del Ferrari F50, que en su momento, aparte de tener que pagar 60 millones de pesetas, había que tener al menos dos Ferraris más, y ser conocido por el concesionario y por la propia marca.